Las pasadas elecciones en el hermano país centroamericano de El Salvador, dejaron como ganador de la posición de presidente de la república a Nayib Bukele. Para algunos una sorpresa, para otros la consolidación de un rechazo generalizado por parte de la población a la política tradicional que se había venido presentando en el vecino país. Bukele emergió como una figura carismática y joven dentro del gremio de políticos y su oferta logró convencer a los votantes quienes le eligieron para gobernar los destinos del país.
Teniendo ya a su cargo a los 18 años una empresa y habiendo decidido pausar sus estudios para meterse de lleno a las empresas de su familia tomó la ruta de la educación autodidacta para luego involucrarse en la política. Su reciente elección como presidente del hermano país, abre la puerta a una serie de contiendas electorales que están por presentarse este año en América Latina: Panamá en mayo, Guatemala en junio, Argentina, Uruguay y Bolivia en octubre.
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Faltan poco más de 3 meses para que los guatemaltecos acudan a las urnas y sin tener un panorama del todo claro en cuanto a lo que sucederá, es importante hacer mención que, justo hace 4 años el pueblo de Guatemala se pronunció en contra de un sistema que llevó al poder a un candidato que en un principio de la contienda no figuraba dentro de los favoritos.
A diferencia de lo ocurrido en El Salvador, Naybi Bukele no fue una sorpresa, se esperaba su triunfo pues no solo su figura y trayectoria aportó, pues era notorio que en el país vecino el deseo por romper con un sistema donde la economía es catalogada como mediocre, con altos índices de pobreza y señalamientos de corrupción la necesidad de una figura que brindara la esperanza para salir de allí fue factor determinante para la elección.
¿Qué esperar en Guatemala luego del ejemplo de El Salvador? Si analizamos las condiciones de nuestro país, podríamos decir que los mismos elementos que definen la condición de El Salvador son comunes en nosotros: economía mediocre, altos índice de pobreza, señalamientos de corrupción.
En este sentido dos elementos son importante considerar dentro de lo que en Guatemala puede ser factor importante para nuestro futuro político. En primer lugar, el fuerte rechazo que la población muestra hacia la política (y políticos) tradicionales. La ciudadanía clama por una depuración de las personas que han venido ocupando puestos de poder desde hace muchos años y de los cuales no se ha obtenido el resultado que se espera de bienestar para el país. Esto lleva justamente al segundo factor: la presencia de la juventud como participante de los cambios en Guatemala.
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Guatemala es un país joven y su impacto va más allá de sesgar una estadística hacia un número de años promedio de población. La forma de ver y hacer las cosas es realmente lo que genera un impacto y el efecto Bukele en El Salvador es una muestra de ello. El joven está esperando ideas, propuestas y formas de hacer las cosas que vayan más allá de lo tradicional y, por lo mismo, aquellos que logren generar un convencimiento en ellos a través de propuestas inteligentes, con soluciones tanto mediáticas como planes para el largo plazo tendrán una mayor oportunidad.
Nayib Bukele y El Salvador están en los ojos del mundo. Lo que la población salvadoreña espera de este joven presidente es mucho y el desafío que tiene por delante es enorme; sin embargo, no está solo… es el mismo desafío que le espera a quien llegue a ser electo por los guatemaltecos en las elecciones que cada día están más cercanas.
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