La democracia en Guatemala ha estado en riesgo. No porque en la teoría los procesos que la aseguran no se sigan presentando, al contrario, estos procesos pudieran ser el espejismo que nubla la visión del problema real que está atravesando en nuestros días.  Un proceso electoral viciado, con grandes interrupciones y colapsos de corrupción que han ensombrecido un sistema que debiera brindar las garantías para la sustentabilidad de la credibilidad de un gobierno hal flajelado enormemente la confianza en los guatemaltecos.

Enfermedad y cura

El empresario guatemalteco, Dionisio Gutiérrez Mayorga, indicaba en una de las ediciones del programa “Razón de Estado” que “la causa del fracaso de los países está en la política. Y también, en la política está la solución”.  Por contradictorias que pudieran parecer a primera vista estas declaraciones, no dejan de ser ciertas.  Es una política mal manejada, llena de sombras y señalamientos de corrupción, cargada de intereses y favoritismos particulares lo que ha generado que un país como Guatemala esté en la miseria.  A su vez, será una política donde los principios y valores sobre la cual fue fundamentada, la ejecución pronta y apegada a la ley por parte de la justici y el resguardo de las garantías constitucionales lo que contribuirá a salir a flote.

Para leer: Cómo combatir la corrupción hacer crecer la economía. 

La enfermedad y cura de la democracia en Guatemala radica en la política. Se hace necesario el desarrollo de plataformas que permitan la formación de personas que estén interesados en hacer política “de la buena”.  La gestión pública, el liderazgo político, las ciencias empresariales son disciplinas que no pueden esperarse a ser aprendidas sobre la marcha, se requiere de una educación formal que pueda colaborar en el establecimiento de parámetros y criterios de nación.

¿Es indefendible la democracia?

Pareciera imposible o una broma considerar que la democracia en nuestros días pudiera tener defensa. Ya el genial escritor argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido como Quino, a través de su personaje Mafalda hacía ver lo irrosorio que pudiera ser el creer que la democracia es un gobierno en el que el pueblo ejerce la soberanía, pues en la práctica la historia ha mostrado que debido a los malos manejos no hay soberanía y el pueblo es el más afectado.

Entonces, ¿es indefendible la democracia?  ¡De ninguna manera! Eso es lo que la política tradicional quiere hacernos creer, no con palabras, sino con hechos que siguen desgastando el ánimo del más entusiastas; sin embargo, lo cierto del caso es que existe un mecanismo que debiera ser la ruta a seguir para lograr que el gobierno sea lo que tiene que ser.

Difícil pero posible

Seguramente el camino no es sencillo, Dionisio Gutiérrez indicacaba que “La verdadera batalla por la supervivencia de la democracia está en vencer la ignorancia y la indiferencia, está en vencer la corrupción y la impunidad; y en construir un Estado de Derecho que sea garante y compañero del desarrollo”.  ¿Trabajo sencillo? ¡Para nada! Sin embargo, la dificultad no marca la imposibilidad.

Seguramente nos sigue esperando un camino difícil, complicado pero posible de transitar. Será en la medida que avancemos en pro de ese cambio y que nos hagamos responsables de la porción que nos compete que lograremos avanzar en pro de este cambio.

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