Dice el refrán que el tiempo perdido hasta los santos lo lloran y es que, en la forma acelerada de avanzar que tiene el tiempo, es probable que casi sin darnos cuenta, poco o nada hayamos avanzado de aquello que nos propusimos realizar al inicio de año. La estela dejada por la cuesta de enero en algunos casos pudiera estar aún pasando la factura. A pesar de estar próximos a iniciar el tercer mes del año el avance en nuestros buenos propósitos pudiera estar siendo nulo.
El problema de alcanzar una meta no son las buenas intenciones que tengamos para lograrlo, el problema es que una buena intención no es suficiente si no va acompañada de acciones intencionales para alcanzar el objetivo propuesto.
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Más allá de querer hacer algo es necesario acompañar a ese “querer” el “hacer”, es decir, elaborar un plan y ejecutarlo para que podamos ver el progreso y materialización de nuestras metas.
Pero ¿Por qué es tan complicado la realización de una meta? Inicialmente porque de manera regular una meta supone un nuevo desafío en nuestra vida. Un nuevo logro, algo que nunca hemos hecho y, por naturaleza, lo desconocido causa resistencia y temor. El temor a lo nuevo será un elemento que, de manera consciente o inconsciente nos afectará. Aún cuando la visión de esa novedad en nuestra vida tenga la perspectiva de mejora, su incertidumbre seguirá siendo parte del desafío a vencer.
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Consejos para avanzar en tus metas.
En primer lugar, es necesario que tengas suficiente claridad en lo que estás buscando alcanzar, un factor de medición y una definición específica se hace indispensable. Ideas vagas o poco concretas generan incertidumbre y frustración pues la misma falta de claridad impide tener un camino qué seguir.
También es importante que compartas con otros lo que te has propuesto alcanzar. Sí, esto puede resultar complicado de hacer, pues al hacerlo estamos generando un compromiso hacia algo que no estamos 100% seguros de poderlo lograr. Sin embargo, es justamente esta incomodidad que provoca el compromiso lo que brinda cierta dosis de energía y coraje para poder avanzar a fin de no quedar mal con aquellos que lo compartimos.
Es recomendable asignar recursos como la energía y tiempo de manera intencional y premeditada. Si tu meta vale a pena alcanzar (y seguro que así lo es), seguramente no será el producto de la casualidad. Debes dedicar frecuencia e intensidad para lograrla. Aparta un tiempo diario o semanal para hacer avances. Serán esos pequeños pasos de manera constante los que te ayudarán a recorrer grandes distancias.
Finalmente, y no menos importante, busca realizar actividades que te permitan estar en un estado emocional adecuado. Nuestras emociones tienen un alto impacto en el comportamiento continuo que tenemos. Cuando cultivamos relaciones sanas, hacemos ejercicios, actividades recreativas y acciones que nos motivan, nuestra energía se incrementa y avanzar en alcanzar lo que nos proponemos se vuelve más sencillo.
Claridad, compromiso, recursos y emociones: cuatro elementos a los que debes ponerle atención para no solo cumplir lo propuesto sino contar con la alta probabilidad de superarlo.
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