El camino parece corto por la fecha tan cercana al día de llevarse a cabo las elecciones 2019 en Guatemala; sin embargo, como muchas de las diferentes carreteras el tramo es tortuoso. La incertidumbre es notoria en la mayoría de los guatemaltecos que, no solo por el número tan alto de opciones de donde elegir, sino por lo poco confiables que resultan éstas.
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Tal pareciera que, a pesar del paso de los años y de las diferentes frustraciones que hemos tenido en gobiernos pasados, el esquema de estrategia sigue basándose en argumentos populistas. En lugar de presentación de planes concretos de trabajo y, no digamos, equipos de trabajo que sean sólidos en cuanto a capacidad y carácter.
Marketing Político.
Semana a semana observamos campañas cargadas de marketing político en lugar de propuestas concretas que puedan ayudar a tomar decisiones sabias. Canciones pegajosas, abrazos, sonrisas editadas con Photoshop y promesas que generan más interrogantes que seguridad, son parte de una oferta política que parece no vivir en la realidad del resto de la población que necesita propuestas de cambio que sean, no solo sensatas, sino ejecutables.
Porque allí es donde el camino se vuelve más empedrado: no en las ofertas, sino en las posibilidades de cumplimiento. Un plan estratégico no solo debe responder a preguntas de “Qué” se hará, sino también se necesita determinar “Cómo” y “Con qué” se hará. Es decir, no hay claridad en formas de trabajo y recursos con los que se cuenta para hacerlo. Es cierto, en teoría ningún candidato conoce a ciencia cierta la disponibilidad total de los recursos para llevar a cabo los planes que propone; sin embargo, todos argumentan que ningún gobierno pasado ha sabido hacer buen uso de ellos.
Desafío estratégico
Algunos a pie, otros en avión y la gran mayoría transitando las redes sociales, lo cierto del caso es que cada uno de los candidatos sigue avanzando en el camino hacia el día de las elecciones. Cada uno esperanzado que, mientras avanza pueda ir consiguiendo seguidores que, a través del voto, puedan manifestar su confianza en ellos. Lo cierto del caso es que la expectativa sigue siendo la misma: que los candidatos desarrollen estrategias de campaña innovadoras y alternas si desean mejorar su nivel de conocimiento.
Mientras tanto, el pueblo sigue avanzando en un camino con agujeros en la economía, con temores a ser víctimas de la violencia, con la incertidumbre de opciones de mejora y con pasos inseguros hacia lo que el futuro puede deparar.
Es cierto, ningún gobierno en sí mismo será capaz de resolver la problemática nacional pues sería iluso tener la creencia de un mesías redentor; sin embargo, cada vez esperamos estar más atentos y conscientes de la importancia que el puesto de influencia ejerce para que esta mejora global pueda fluir de mejor manera.
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