«Tierno, Jugoso y crujiente» Seguramente al leer esta frase sabrá de qué estamos hablando.  Ya hace algunos años se posicionó en la mente del consumidor asociándola con la marca de “Pollo Campero” y, a pesar del paso de los años y de las generaciones, sigue siendo recordada.

Lejos están los momentos en que este producto se vendía en un carrito en las calles de Guatemala como aún puede observarse en diferentes sectores, sobre todo populares, que se sigue haciendo.  Hoy, Pollo Campero es conocido no solo en Guatemala sino en diferentes países y casi es una tradición observar pasajeros centroamericanos abordar el avión con una caja llena de este producto.

Una marca en crecimiento

Desde el carrito a la orilla de la banqueta ha pasado ya mucho.  No solo en tiempo, sino en esfuerzo y perseverancia sobre una estrategia de crecimiento que ha dado resultado.  Hace ya doce años, en el 2017, fue inaugurado el restaurante número 100 y la expansión pareciera no detenerse.

Pero el crecimiento numérico no es solo lo que los ha marcado.  Una serie de trabajos enfocados en una remodelación visual y de servicio se ha hecho notoria.  Lo que en un principio aparentaba ser un cambio de imagen en los restaurantes y el logotipo de la marca, se ha ido convirtiendo en una renovación de mentalidad por parte de los colaboradores en la forma de servicio que en definitiva está cambiando los paradigmas tradicionales que el consumidor tenía hacia él.

En una entrevista dada a BBC, Francisco Perez de Antón, uno de los fundadores indica que el crecimiento basado en la aceptación del consumidor no estaba estimado.  Les tomó de sorpresa y hacer ver que ese crecimiento casi les destruye.  Fue necesario, entonces, prepararse sobre la marcha, montar una estrategia.

Más allá del sabor

El sabor de Pollo Campero es inconfundible.  Si bien en el momento de su creación existía una escuela de hacer pollo frito basado en lo que ya en Estados Unidos se hacía, el deseo de hacer un sabor único y más “tropicalizado” a la cultura guatemalteca fue influyente para el éxito que el producto tuvo.

Sin embargo, si bien el sabor genera un impacto de posicionamiento y aceptación en el consumidor, alrededor de Pollo Campero gira un sentido de pertenencia que ha hecho que las personas se sientan identificados con él no solo gustativa sino emocionalmente. La marca está en el corazón de la gente y el orgullo que se siente por su crecimiento se considera como propio de cada guatemalteco.

De clase mundial

Hoy en día, viajar ya no es una limitante para probar este pollo.  Adicional a Guatemala, desde su primer año fue aperturada una sede en El Salvador (al punto que los salvadoreños consideran el Pollo Campero como un producto creado en ese país).  Pero la expansión no ha sido solo a nivel centroamericano, Estados Unidos y México en el norte tienen ya la oportunidad de disfrutar de este platillo “guatemalteco”, adicional lugares como Italia, Ecuador, España, Indonesia, China, Bairén e India se encuentran ya en la lista de este crecimiento.

¿Hasta donde llegará este imperio?  Es imposible determinar, no solamente por la estrategia comercial que se pueda trazar, sino porque el crecimiento que Pollo Campero no se debe solamente a la publicidad o inversión en mercadeo: obedece a un posicionamiento en el corazón del consumidor que genera nostalgia y sentido de pertenencia.

 

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