El “Fasting” o “Ayuno intermitente”, es una práctica cada vez más generalizada en quienes están preocupados por la salud y el bienestar. Sin embargo, hay muchos especialistas que no lo recomiendan para todo el mundo, pues requiere de varios requisitos por parte de quien lo practica.

Desde tiempos ancestrales, y casi siempre por motivos religiosos, el ayuno ha sido parte de la vida del ser humano. Algunos ascetas recomiendan esta práctica como una forma de alcanzar un estado mental y espiritual elevado en relación a la experiencia religiosa. Sin embargo, hoy en día es cada vez más común que esta práctica la utilicen atletas y deportistas.

El ayuno intermitente o fasting en inglés consiste en dejar una ventana de tiempo durante el día en el que no se consume ningún alimento sólido o que aporte calorías en general, y otra ventana de tiempo en la cual se ingieren todas las calorías necesarias. Esa “ventana” de tiempo puede ir desde 8 horas, hasta 12, 14, 16 y 18.

El “Fasting” presenta beneficios siempre y cuando se practique con moderación, educación nutricional y supervisión de especialistas. Más allá de la pérdida de peso (que es lo más evidente), se sabe que sirve para regular la emisión de insulina en el páncreas, la circulación cardiovascular, problemas gástricos como el reflujo, además protege el sistema inmune y ayuda a la longevidad.

Sin embargo, el ayuno se desaconseja en varios casos, por ejemplo, al haber desmayo, fatiga general o bajadas de azúcar o tensión repentinas. Y se sabe que si hay un cuadro previo de desórdenes alimenticios y trastornos mentales, ésta práctica puede ser perjudicial.

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