Las definiciones más tradicionales explican al emprendimiento como el proceso de diseñar, lanzar y administrar un nuevo negocio, ofreciendo un producto, servicio o proceso. También ha sido definido como la «…capacidad y voluntad de desarrollar y administrar la apertura de un nuevo negocio, junto con los riesgos que esto implica, con el fin de generar ganancias».
Pero expertos como el economista estadounidense Israel Kirzner refieren que la función empresarial es toda acción humana que persiga fines a través de medios para generar valor.
Usualmente la función empresarial se desarrolla en un entorno de competencia, por lo que es imprescindible generar varias habilidades como la creatividad, el liderazgo, el trabajo en equipo, la innovación, la toma de decisiones, que deben acompañar al proceso de emprender.
Las utilidades siempre van a depender del nivel de riesgo que tome el emprendedor para perseguir sus fines. A mayor riesgo, mayor sería la ganancia o el rendimiento, pero también serán más altas las probabilidades de fallar. Es por eso que la función empresarial siempre irá acompañada del ensayo y el error.
¿Qué necesitas para comenzar a emprender? No mucho. Más que capital, inversores, planes de factibilidad y valuaciones; lo que necesitas es tener una idea innovadora y disruptiva. Y eso sólo lo obtendrás a partir de la observación y la “perspicacia” para poder encontrar las oportunidades del mercado, es decir, para captar aquello que la gente está demandando más. Si puedes proveer ese bien o servicio más eficientemente que el resto de tus competidores, ya tienes todo el camino hecho.
Se necesita determinación, seguridad y mucha tolerancia al fracaso para poder emprender, pero el resultado siempre valdrá la pena.
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